Entre-Vistas
En agosto de
2003, se inició un ciclo de lecturas llamado Entre-Vistas.
La idea consistió en invitar a un solo escritor, para tener
oportunidad de escucharlo con tranquilidad y en profundidad, y luego
conversar con él. El reportaje se abría con una pregunta
que es más o menos así ¿cuándo y por qué
empezaste a escribir, y a sentirte escritor/a?. Cada respuesta es
particular y única, acá van algunas que la técnica
(los grabadores que a veces no funcionaron) nos permitió capturar.
¿Cuándo,
por qué empezaron a escribir y a sentirse escritores?
Martes 5 de Agosto
Ana Waijsczuck
Silvia Vainberg
Ana: - Bueno, empecé a escribir desde que empecé a leer,
desde que supe cómo se leía, me empezaron a regalar
libros y yo empecé a escribir. Me acuerdo que mi abuela compraba
La Nación, no sé si sigue saliendo, pero salía
un suplemento infantil y solían publicar cosas de los nenes
que escribían. Y yo dije “¡ay, yo también
quiero estar ahí!”. Me acuerdo que escribí un
poema que se llamaba “ La Naturaleza” , lo mandé
y me lo publicaron. Yo tenía nueve años, más
o menos.
Y de ahí en más lo que yo siempre escribí fueron
mis diarios íntimos, yo escribí ahí desde los
siete años hasta los veinticinco... Y creo que fue entonces
que empecé a sentirme una escritora, cuando dejé los
diarios, abandoné esa escritura íntima que no sé
muy bien cómo explicarlo, pero que era como una entropía...
algo que me metía muy para adentro, y bueno, más o menos
en esa época, a los veintipico yo corté con los diarios
y empecé a escribir otra cosa y a ver que lo que yo hacía
no eran nada más que cositas sueltas, que tenían cierta
ilación. Fue en ese momento cuando los chicos de Del Diego
se ofrecieron a publicar ese librito (Trópico Trip) y bueno,
sobre todo puedo ver esto a raíz del proceso que me llevó
este libro que voy a publicar ahora. También me influye escribir
en otros medios, como periodista, yo no diferencio mucho el hecho
de ser escritora y ser periodista.
Creo que mi quiebre estuvo cuando yo dejé el diario íntimo,
cuando dejé de escribir para mí y empecé a escribir
para otros.
Silvia: -Yo creo
que empecé a escribir simplemente porque me despertaba de noche,
era chica, por supuesto, y me despertaba con cosas, no sé si
palabras porque no podía decirlas y entonces las escribía
en la pared, en la oscuridad. Y entonces a la mañana tenía
que buscarlas para ver qué era, qué decía allí
R: ¿pero tenías un lapicito?
S: Sí, a la larga me di cuenta de que tenía que tener
siempre un lapiz, aparte yo dibujaba en esa época, siempre
tenía un lapiz dando vuelta... en fín, eso para mí
era como un secreto, yo no le daba importancia y así siguió
hasta que más o menos a los 12 años escribí algo
más ordenado, no sé si se lo mostré o se lo regalé
a mis padres, o algo así, pero y se lo saqué rápido...
ése fue como un momento para mí. Igual yo no me siento
escritora, yo siento que escribo lo que me sale, que es poesía
y nunca intenté hacer otra cosa porque yo lo siento como una
manera de hablar como yo no puedo hablar, es decir, si yo hablase
como escribo, estaría en un manicomio (risas). Entonces, es
una sensación de expresar algo de un mundo muy interno. El
hecho de ubicarme no me atrae especialmente porque yo hago varias
cosas y van teniendo su importancia según el momento. Ahora,
cuando yo llegué a Bruselas, hace muchos años, era tanta
la necesidad de comunicar, que alguien empezó a traducirlo
y traducirlo significa querer editar, y ahí empecé a
juntar todo lo que había escrito, a seleccionar, pero si no,
es como algo natural, que no me planteo demasiado.
Martes
12 de Agosto 2003
Carlos Battilana
Carlos:- Empecé
a escribir a los siete años, por una cosa muy puntual que fue
que la maestra nos dijo que había que hacer un libro para el
día de la
madre. Entonces, todo el año íbamos a escribir un libro,
con dibujos incluidos. Y
a mí me gustó la noción de libro, la idea de
libro, de objeto, porque no
sólo escribíamos, sino que dibujábamos las hojas,
había como una "impresión" nuestra. Entonces,
hice un libro, que se llamaba " Tolo", en homenaje a un
bar.
R: -Bar Tolo, en Avenida San Martín......
C: -¡¡¡Sí!!!
R: -A mí también me llamaba la atención, pasaba
siempre por ahí
C: -Yo siempre pasaba con mi viejo en el auto, y lo veía a
la tarde y era muy raro, tristísimo era ¿viste?
R: -Sí, era tristísimo pero me llamaba la atención
su nombre.
C: -Claro, obviamente luego comprendí el juego de palabras,
pero también me interesaba el clima de ese bar, en esa hora
de la tarde. Después, bueno, cuando llegó el día
de la madre, a mi vieja no le regalé el libro...
R:- ¿no? ¿te lo quedaste para vos?
C:- Sí, sí, sí, era mío, el libro era
mío... y ése es un hecho que hoy noto.
Pero yendo a la otra parte de la pregunta, por qué, bueno...
yo dibujaba mucho y mi mamá me mandó a un profesor de
dibujo, que era muuy malo, que me cercenó toda la cuestión
de la fantasía, me hacía medir los dibujos, copiar,
reproducir... entonces, empecé a escribir. Esta es una lectura
que hice posteriormente. Recuerdo que estaba en tercer grado y entonces,
el primer día, voy a dibujo, contento y me dicen "copiá
esto" y yo empecé a dibujar pero entonces "no no
no no nó, faltan las medidas..." y cuando llego a mi casa,
me meto debajo de la cama y me pongo a llorar, eso fue medio terrible...
Luego sí, me recibí de profesor de dibujo pero nunca
más dibujé, de hecho. Hice como siete años de
dibujo, iba, rendía exámenes pero nunca más dibujé.
Y yo atribuyo a eso un poco, la escritura...
R:- ¿como un espacio de libertad?
C:- Sí, sí, totalmente... Además, cuando yo escribía,
escribía novelas, no escribía poesía. Escribía
novelas de 48 páginas, viste, como los cuadernos Gloria. No
era un gran lector, miraba mucha televisión y escribía
lo que miraba, miraba El Zorro y reproducía lo que miraba...
no sé qué pasó con esos textos pero escribí
como cinco novelas, "El príncipe
valiente", "El Zorro", cosas así y una vez,
escribí un cuento (se ríe)... pero qué título
pretencioso... se llamaba " Un hombre sin felicidad" (risas)
hoy lo pienso y... bueno esto que me estás preguntando te cuento
que está removiendo muchas cosas... (risas) ... pero ¡"Un
hombre sin felicidad"!¡qué cosa!
R:-¿Qué edad tenías?
C:- Tendría... ocho o nueve años... pero bueno, por
un lado había algo, en algún punto, premonitorio en
el título. Pero yo entonces era un chico que jugaba mucho,
me la pasaba jugando al fútbol, amaba jugar al fútbol,
me fui a probar a Almagro, me fui a probar a Comunicaciones, jugaba
muy bien, eso me encantaba, era un pibe de potrero, pero... había
algo, algo que no.... que no se integraba... un excedente había
ahí (risas)
R:-Una hache...
C:-Había una hache, claro.
R:-¿Y la poesía?
C:-Siempre escribí algunos poemas, empecé a escribirlos
más intensamente cuando iba a un taller, mi madre siempre precursora
me mandó a un taller en San Miguel y eran todos viejos, grandes.
Ahí escribía cuentos pero empezó a despuntar
algo de la poesía y mi interés particular en ella fue
motivado por aquel taller. Después en la facultad empecé
a leer
autores que no conocía, por ejemplo Baudelaire, Ungaretti,
Salvatore Quasimodo, la poesía
italiana me interesó muchísimo.
R:- ¿Y cuándo empezaste a sentirte poeta, o escritor,
si es que te sentís escritor?
C:-Sí, me siento completamente, totalmente, escritor. No recuerdo
el momento, pero siempre fui escritor... la escritura siempre estuvo
ahí, mi modo de pensar las cosas siempre fue a partir de la
escritura. Es paradójico, porque por un lado, tenía
esa zona secreta, pero por otro lado, lo central era eso. Había
como un juego, en el fútbol, claro, pero la escritura estaba
allí, eso no funcionaba mucho con los amigos, no sé,
pero por otro lado, yo siempre
pensaba que era escritor, desde chico.
Martes 26 de Agosto 2003
Leonardo Martínez
Leonardo:- Bueno,
no puedo precisar años. Yo comencé a leer. Y bueno,
siempre me atrajo la lectura. Yo soy catamarqueño y siempre
quiero resaltar algo que para mí es fundamental. Mi adolescencia
primera en Catamarca... no voy a decir los años, pero... Sí,
los digo...
R: - ¿Qué problema hay?
L:- Por ahí, fines de los ‘40, primeros años de
los ‘50, estaba totalmente marcada por la cercanía con
Tucumán. Tucumán en ese momento era un centro floreciente
de ciencia, arte... había estado Spilimbergo, y los grandes
de la pintura, los grandes músicos, que muchos de ellos exiliados
de Europa, bueno... se fueron a Tucumán. Y escritores y pensadores.
Estaba Gandolfo y García Morente y Fulano de Tal y de Tal.
Y esas excelencias llegaban a Catamarca (hay una cuesta que nos separa)
y había un instituto que funcionaba en Catamarca que lo hacía
maravillosamente bien con grandes profesores, grandes profesores a
nivel, no te digo nacional, nivel mundial. Y una librería que
no podías creer en Catamarca en la década del ‘40.
Una librería que tenía de todo, desde Marcel Proust,
Sartre, Camus, todo, Lenin, Marx, Trotsky, todo. Entonces era un lugar
donde yo me encontraba muy cómodo y muy bien. Y sacaba libros,
y sacaba libros que no entendía porque En busca del tiempo
perdido lo leí cuando tenía 14 años, pero me
fascinaba. Tantos tomos, tanta letra, tanta cosa, tantos títulos
tan sugerentes como A la sombra de las muchachas en flor, Sodoma y
Gomorra. Entonces todo eso era una fascinación. Y bueno, pero
estaba la música al lado de eso, ¿no? Bueno, yo me dediqué
a hacer música, y en fin... ¿y las poesías? Sí,
por ahí escribía alguna cosita pero no pasaba nada.
Pasó la poesía cuando yo dejé la música,
porque mi formación musical fue una formación desgraciadamente
muy académica y muy signada por factores que me hacían
imposible la improvisación, la creación. Entonces yo
un buen día digo “Bueno, escribiendo soy más libre
entonces puedo decir una cantidad de cosas que... que...” Y
entonces soy un músico frustrado que encuentra su camino en
la poesía.
R: - Que es música también.
L:- Que fundamentalmente es música. Después la poesía
es sonido y sentido, ¿no?
Martes
16 de Septiembre 2003
Susana Villalba
Susana:- Y...
empecé a los 10 años a escribir, por lo tanto no puedo
tener idea de por qué... a esa edad no tengo ni idea. Pero
ya leía poesías, y no porque me entusiasmaran o porque
mis padres me dijeran “Leé poesía”, para
nada. Yo descubrí eso en la biblioteca y me gustó mucho,
me puse a leer y leía mucho. Y bueno, me puse a escribir...
pero no sé por qué. Y sí te puedo decir que me
acuerdo perfectamente de la sensación, la sensación
de las palabras. Evidentemente yo elegí que sea el mejor juego.
Desde entonces siempre escribí y no en forma conciente. No
tenía la conciencia de que esto era algo que no podía
hacer. Y luego –a fines del 75– cuando terminé
el secundario, no estudié nada, leí algunas cosas...
me metí en un taller literario. Y ahí fui como descubriendo
esto de hacerlo en serio, y bueno... descubrí una pasión.
Esto sería un poco así.
Martes 23 de Septiembre 2003
Walter Viegas
Walter:- Bueno,
mi hermano se debe acordar (que está acá), que nos habían
regalado cuando éramos chicos, chicos chicos, que no sabíamos
escribir... que éramos no sé... jardín de infantes,
un grabadorcito de esos chicuelitos así con el parlante incorporado
que lo llevabas de una manijita si lo querías transportar y
tenían una cobertura de cuero, una cosa así... Y entonces
yo grababa cosas en ese grabador y, como grabar cualquier pavada no
me resultaba atractivo, entonces grababa versitos, hacía versitos.
R:- ¿Tuyos?
W:- Claro. Sí, pero yo no sabía escribir. Grababa los
versitos que se me ocurrían, con las rimas que se me ocurrían,
cosas de nene, ¿no? Y... y bueno, una de esas primeras cosas,
el profesor de música, después cuando empecé
a ir a la escuela, yo aprendí a escribir, lo llevé a
la escuela para la clase de música y el profesor le puso música
a eso que era una tristeza... así como... compuesta por un
nene de 5 años que a los 7 o a los 8 lo lleva a la escuela
y lo cantan en la clase.
R:- Pero qué éxito.
W:- Sí, nunca salió en forma de disco y gracias a Dios.
Y desde entonces, empecé a escribir antes de saber escribir
de algún modo, ¿no? Con lo que estaba a mi alcance,
ya no era el grabador, sino las herramientas que yo tenía para
pensar una composición. Y después con el tiempo me empecé
a dar cuenta de que lo hacía siempre, cuando aprendí
a escribir. Pero, es decir, para mí ya era como bastante natural
hacerlo, a mi manera, antes de saber poner letras sobre un papel.
Y lo seguí haciendo, hasta ahora.
R:- ¿Y con la poesía?
W:- Y con la poesía... es que yo siento que el primer poema
que hice fue ese que grabé en un cassettito.
R:- Claro, pero ¿cuándo te diste cuenta?
W:- Cuándo me di cuenta que era poeta... no me di cuenta todavía.
R:- Está bien.
W:- Pero sí me di cuenta de que tenía ganas de escribir
un poema a eso de los 16 años, una cosa por el estilo, ¿no?.
Cuando escribí algo que ya dije “Bueno, esto no es una
pavada más de las que escribo. Esto es un poema.” Lo
guardé en una carpeta y... y por ahí debe estar... no
sé.
Martes
30 de Septiembre 2003
Anahí Mallol
Anahí:-
Bueno, no sé muy bien. Yo me acuerdo que cuando estaba en 5to
grado y la maestra había hecho una biblioteca y había
inaugurado como una carpeta para cosas que nosotros escribiéramos
y yo me ofrecí rápidamente a escribir... a inaugurar
la carpeta con un primer poema que le dediqué a la página
en blanco y que hace poco cuando me mudé lo encontré
por ahí... era espantoso... era horrible.
Pero después como que, en realidad, yo odiaba bastante Literatura
por como estaba institucionalizada... las instituciones escolares.
Hasta que tuve una profesora de Literatura en 4to año, que
todo el mundo la odiaba porque su padre había sido funcionario
del Proceso en la Universidad de La Plata pero era una persona que
se copaba mucho con la Literatura y dio unos textos muy buenos, bueno...
dio Shakespeare, dio Schiller, dio Camus ..
R:- ¿Schiller?
A:- Sí.
R:- Qué bueno.
A:- Y ahí bueno... me empecé a copar con la Literatura
y después en realidad escribía unas cosas que no le
mostraba a nadie, y a partir de la lectura de Pizarnik escribí
una especie de cosa que no te puedo decir qué era... como una...
no era un trabajo de crítica... era... Es decir, hablaba sobre
Pizarnik, pero yo tomaba citas de poemas y citas de Deleuze y de otros
teóricos y... eso lo leí en un congreso y le gustó
mucho a Delfina (Muschietti). Y bueno, ahí estuvimos hablando
y me animé a mostrarle los poemas a ella y ahí bueno
empecé a escribí con más regularidad poesías,
que me daba como un poco de miedo.
R:- Como a partir del ensayo también.
A:- Sí, no era tampoco como un ensayo. Era como un collage
de citas de gente que escribe muy bien. O que escribió muy
bien, porque Deleuze también escribió muy bien.
Martes
21 de Octubre 2003
Tamara Kamenzsain
Tamara:- Empecé
escribiendo filosofía en realidad, no literatura, porque empecé
la carrera de filosofía y en seguida me empezaron a dar ganas
de escribir las cosas que venía reflexionando y ahí
entonces me vino como un gusto por esa forma, que empezó por
la reflexión pero que luego empezó a tomar y a hacerse
una verdadera forma y ahí me pasé a la literatura, ahí
me pasé al poema... sí escribía antes algunas
cosas, pero no las considero como una actividad de escritura real.
Entre-vistas a cargo de Romina E. Freschi
Desgrabaciones: R.F. y M.E.
Del ciclo Entre-Vistas también participaron los poetas Daniel
Muxica, Verónica Viola Fisher, Gabriela Bejerman y Liliana
Lukin, pero por cuestiones técnicas no es posible realizar
las desgrabaciones. Les agradecemos su presencia y les pedimos las
disculpas del caso.