....poesía actual

 

Cèsar Aira, Mil Gotas
Eloìsa Cartonera, Bs. As. 2003

Por Romina Freschi


La ficción depende de la realidad, hasta la más loca, la màs surreal de las ficciones, parte de la experiencia, de un germen de algo que podemos considerar al menos “realista”. Incluso aquello que parece màs fantástico tiene un anclaje en lo real, una mecànica, un modo de operar, un lenguaje, una representaciòn y al tener representación, entra en el mundo de lo real. Si ya es ficción, tiene un nombre, una representación que la liga sin redención posible a aquello que llamamos “real”.
Ahora ¿cómo determinar aquello que llamamos “real”??? ¿Còmo se define lo real, còmo se lo piensa, si no es en tèrminos de representaciòn??? He aquì un problema “real”, “verdadero”¿existe la realidad sin la ficciòn???, ¿existe la verdad sin la mentira?
Entendiendo ficciòn como representaciòn, la ecuaciòn es perfecta. La conciencia de lo real sòlo es posible a partir de la representaciòn, de un mecanismo de ficciòn, que se construye y se reproduce materialmente.
¡El Fin del Arte! aparece cuestionado en este libro de Cèsar Aira, Mil Gotas, que podrán entenderse como mil làgrimas, o como un original batido de la historia de la representaciòn.
El primer movimiento, el problema que da comienzo a la historia y a la màquina de producir historias, es la desapariciòn de la Gioconda del Museo del Louvre, desapariciòn que no deja de referenciar a aquella que ocurriò “realmente” a principios del siglo XX y que es el real comienzo de esta historia, el origen de la Gioconda tal como la conocemos ahora, representaciòn perfecta -y tècnicamente reproducible- de aquello que es el Arte y que a estas alturas ya no importa que exista, o que esté realmente en el museo del Louvre. Es posible tenerla en el bolsillo, como una estampita que nos relaje de pensar en el Fin del Arte, para pensar en el Fin de Semana.
Esta desapariciòn de la Gioconda no es como aquella primera, sino que es “realmente” un simple milagro, que como dice Novalis, siempre viene acompañado de algo natural y viceversa, como la ficciòn y la realidad, como un rayo que cambia para siempre el pasado, es decir, hace que el pasado deje de existir (Deleuze).
El pasado sì, pero la realidad no, la realidad persiste, y la ficciòn cambia para seguir establecièndola, buscàndola. La disoluciòn de la Gioconda entonces no, sì su reproducciòn en mil gotas de pintura viva, milagro que reproduce su historia en mil, cambia su historia en mil, pero esas miles tambièn tienen historias, fantàsticas sì, pero a esta altura tambièn realistas, indiferenciadamente.

“Pero se imponìa una indiferencia superior. Todo se neutralizaba en el juego propio del realismo. La invenciòn misma, a las que las gotas en su dispersiòn se entregaban con frenesì, actuaba retroactivamente sobre el realismo. Se dirìa que en cada uno de sus avatares se las estaba escribiendo, con una gota de tinta y una atenciòn maniàtica al verosìmil. Cada gota se cerraba sobre sì misma en el equilibrio fragilìsimo de su tensiòn superficial. No habìa contexto: pura irradiaciòn.”

El reverso de la gota superpoderosa de pintura de la Gioconda, no es otra cosa que el realismo de la gota de tinta del escritor que la escribe, la imagina, le otorga propiedades humanas, como un niño jugando con una mascota, tal como ocurre con dos de las mil gotas:

“Unos niños la descubrieron casualmente y se la llevaron a su casa. La metieron en un frasco de plàstico, la adoptaron como mascota. Con un alfiler hicieron agujeros en la tapa del frasco para que respirara. La llamaban Caracolito, y a cada rato se preguntaban: ¿Què estarà haciendo Caracolito? Iban a ver. Le suponìan o inventaban estados de ànimo, deseos, sueños, aventuras, en su vida minimalista dentro del plàstico transparente.”

“Lo habrían querido tener de mascota. Le habrìan hecho una casita de papel con puertas y ventanas, un iglù,una bicicleta de su tamaño.”

Toda fantasìa tiene su reverso real, asì como toda realidad tiene un reverso de fantasìa. Esta fàbula, que tiene un final feliz – un casamiento- vuelve a reafirmar esa unión perfecta y eminentemente humana (1), sin abandonar jamàs el orden de la realidad (el Papa se quedarà soltero para siempre).

Cèsar Aira es mi autor favorito, vuelvo a declararlo pùblicamente. De èl obtengo todo lo que quiero de la literatura: diversiòn, reflexiòn, màs para leer a travès de las lecturas que se transparentan en sus relatos. Me encanta. Por suerte, ha escrito muchos libros, y eso significa que me queda mucho de èl para leer.

Mil Gotas, ademàs de un festìn, es una ganga y parte de un proyecto original. Està publicado por Eloìsa Cartonera, editorial a cargo de Washington Cucurto y Javier Barilaro, y la idea consiste en hacer los libros con tapas de cartòn comprado a los cartoneros a mayor precio del corriente. Tambièn emplean a los cartoneros para fabricar los libros y se los puede visitar donde los confeccionan y comprarlos –Guardia Vieja 4237- a sólo $3 (Repito, una ganga).


Ademàs de Aira, colaboran con sus textos escritores como Lamborghini y Piglia, y de esa forma, buena literatura circula accesible para muchos.

¿El Fin del Arte? No, una manera màs de reproducirlo y quizás, de forma realista, hacer que el pasado deje de existir.


Romina E. Freschi

 

(1) ¿Què son las fàbulas sino aquellas historias donde los animales, vegetales y minerales tienen actitudes humanas para que nos reflejemos en ellas “como dos gotas de agua” y obtengamos una moraleja?