Cosa y Sombra
Ximena Espeche
Artefato
Montevideo, 2003.
Por Karina Macció
Cosa y Sombra es el primer libro de Ximena Espeche (nacida en Montevideo,
1974, residente de Buenos Aires desde 1082), y lo estuvo escribiendo
(rescribiendo, transformando) durante varios años. Podría
no decir esto, como también podría obviar el hecho de
sus numerosas lecturas, cada vez más perfomáticas, cada
vez más precisas, cada vez más propias, hasta que lo
que sonaba era una voz particular, genuina, que permitía no
sólo escuchar el poema, sino sentirlo de alguna manera. Esta
labor continuada se va a empalmar con la puesta en escena de Concierto
de voz hablada, entramado increíble de textos que, interpretados,
son música, humor, conmoción.
Podría además no comentar el trabajo de difusión,
edición y producción que Ximena realizó desde
Zapatos Rojos hasta el 2001 y el que sigue haciendo desde la ya mítica
página literaria No Quiero Ser Tu Beto que codirige desde 1998.
Podría no mencionar todas estas actividades, pese a la fundamental
importancia que tienen, porque realmente Cosa y sombra se destaca
por sí mismo. Pero si elijo hacer este relato es porque de
esta forma puedo explicar(me) mejor el libro, su densidad, sus riesgos,
la madurez del lenguaje, el cuidado en la edición, todas características
que no suelen coincidir tan frecuentemente en una primera publicación.
Así, Cosa y Sombra sale a la luz sólo cuando Ximena
lo consideró inevitable, o mejor dicho -remedando a otra poeta-
sólo cuando Ximena decidió abandonarlo. El libro que
recibimos tiene una forma original que fue trabajada hasta la última
palabra. La "cosa" puede ser el poema que delínea
imágenes sutiles, que emergen de la sombra tímidamente,
o no tanto, pero que necesitan de esa luz tenue y de ese ritmo, especial,
"espacial" (¿por qué no permitirme el juego,
si es un ritmo que se hace, también, con la disposición
en la hoja, con la tipografía más grande, más
chica, con una puntuación desacomodada que nos sobresalta,
que nos obliga a leer distinto).
"ese: el interín entre la vigilia y la mañana".
De ese espacio intermedio, en penumbras, desde un despuntar conflictivo
del día, surge la palabra, la "cosa", un "sonajero
de hierro", la res, una "res", una "vaca",
como dice el último poema. Objetos son, materia que suena y
se rompe, que se puede cortar y masticar. Un epígrafe preside
el libro: "oh! subalimentados do sonho/ a poesia é para
comer". Más adelante, otro poema va a decir: "algo
corroe/ este día que empieza/ así, por principio/ un
poco aturdido en el café". El efecto corrosivo de las
palabras, su poder desgarrante, resalta en el texto como si fuera
un cuerpo apedreado: "el raído comentario, la chance del
disparo: la frente"; "él machaca la carne y los deditos
en frascos guarda, en ventanas muestra de él, córneas
de él: fechas enteras"; "y la fractura de los cráneos/
suena a música".
Dos movimientos: la ruptura violenta o el lento corroer, la decandencia
infinita y fijada, como en una foto irrepetible: "había
dos dados cubiertos de lodo/ y un niño herrumbrado a la sombra".
A medida que van pasando los poemas, se van registrando distintos
despertares, distintas mañanas de media luz, invernales. Los
objetos, las palabras, parecen complotar contra el "arranque",
contra el inicio de la actividad. Una de las formas de la decandencia:
no poder salir, ser atrapado en un "ambiente", en una determinada
manera de ser o de hablar, en el "lastimero candor de las viejas".
Ser atrapado y estar perdido, como "un invitado despierto en
las habitaciones de los huéspedes". Otra de las formas
de la decandencia: la física. Los huesos se quiebran, la piel
se quema, "las manos cojean", los ojos se cierran. El "yo"
invita a los gusanos, los increpa: "vamos. el gusano/ comprueba
la extensión de la carne (...) come este perfecto andar de
mis caderas". No es menor detalle que sea justamente el "yo"
quien propone esta solución: acelerar la decadencia, transformarla
en otra cosa. Porque ese pronombre está casi borrado, en vías
de extinción. De pronto aparece mezclado en un impetuoso "nosotros",
que a veces suena infantil, otras, familiar. De pronto se dirige a
un "tú" desde la distancia o desde la intimidad más
dolorosa. Pero la tendencia del "yo" es a desaparecer, a
escabullirse detrás de la tercera persona ("él",
"ellos") o de los infinitivos. Entonces se produce una operación
que podríamos llamar "alquímica". De los restos,
de esas palabras corroídas que aún siguen corroyendo,
de palabras que podrían ser consideradas "antipoéticas"
("riñón", "metraje", "estómago",
"calambre", "plancton") surge un verso en tensión,
una imagen que combina sensaciones opuestas iluminando una extraña
belleza: "la piel que se escama entre tu piel, la seda cuando
se rompe frente al clavo/ filamento, baba, filamento, seda";
"Este encuentro de perfumes aniquila las manos./ entre tanto,
para pasar ratos a solas,/ bendiga la mañana la lumbre de los
soles a pesar de sí mismos".
Cosa y sombra fue publicado por Artefato -máquina urbana de
divulgación artística- en Montevideo, y forma parte
de una colección que incluye autores jóvenes, de una
costa y la otra, muy interesantes, como Gabriel Yeannoteguy, Miguel
Albá, e Isabel de la Fuente, entre otros. Estos libros poseen
un formato original y atractivo: de tapas alargadas, anillados, y
con hojas recicladas color madera, se presentan como una opción
ideal para llevar en el bolsillo a todas partes. Cumpliendo con su
programa de divulgación artística, Artefato no se queda
en los libros, lo que ya constituiría una empresa difícil
de sostener. También ha editado postales y compact disks, entre
los que aparecen Juegos de la Siesta (Wapner/Camusso), Zapping de
Centurias (Ponce/Albá), y la versión sonora de la obra
ya mencionada Concierto (Yeannoteguy/Espeche/Mateo). Como si todo
esto fuera poco, Artefato llevó a cabo el encuentro Estuario,
poesía para dos orillas (www.artefato.org), en Montevideo,
del 24 al 26 de septiembre, que como parte esencial de este proyecto,
busca reunir a los escritores jóvenes del Río de la
Plata, en esta oportunidad, para la lectura, el debate y la puesta
en escena de sus textos. Entonces, muchísimo hay para escuchar
y leer de Artefato. ¿Por qué no empezar con Cosa y Sombra
de Ximena Espeche, y seguir con todo lo demás?
Karina Macció