Los que siguen- Veintiún
poetas rosarinos
Antología
Sello Editorial Los Lanzallamas
Rosario, 2002
Realizar una antología
implica siempre una homogeneización, y debo admitir, que a
la hora de leer una, ese prejuicio invade mi lectura. De todas las
invenciones literarias, la antología es probablemente una de
las más difíciles de concretar con éxito. Implica,
como todo pero quizás más ostensiblemente, una elección,
un punto de vista, una sola vara para medir la variedad, vara que
como toda vara, existe paralela a otras, no tenidas en cuenta en forma
presente pero sí, in absentia. Y las cosas se complican a la
hora de hacer una antología de varios autores. Es por eso que
siempre son valiosos los prólogos, epílogos, las contratapas.
Dan cuenta de una intención, artificiosa como una invención,
pero no por eso, menos literaria ni menos concreta.
Con estos pensamientos leo la antología “Los que siguen”,
que tiene como subtítulo “Ventiún poetas rosarinos”.
En esta operación, entonces, todo paratexto es vital. Y esta
antología los provee sin exceso, pero con efectividad, con
un sincero y exhaustivo prólogo de Beatriz Vignoli y una breve
reseña biobibliográfica para cada autor.
Leyendo de esta manera, la variable “Rosario” es uno de
los puntos homogeneizadores de la antología, aunque esto no
significa nada más allá de lo concreto: unidad de lugar
de origen, o de trabajo. Lo mismo sucede con la variable generacional,
si bien hay algunos de los autores publicados que escapan a la generación
mayoritaria de nacidos en los ’70, estas cuestiones no remiten
al nacimiento de los autores como personas, sino al nacimiento de
sus obras. Publicada la antología en el año 2002, se
trata de poetas que iniciaron su recorrido literario en los pocos
años anteriores y en Rosario. En ese recorrido literario, las
coincidencias estéticas no resultan tampoco una variable de
homogeneización. Las estéticas se evidencian como materiales
y chocan, según Beatriz Vignoli, en la insistencia en la verdad
inmediata, cuestión que se ramifica y propone distintas soluciones
artísticas, distintas lecturas y respuestas a la tradición
que confluyen en la verdad inmediata de ser poeta en un mismo tiempo
y un mismo lugar, y de estar realizando un trabajo serio con el propio
lenguaje, trabajo que es la esencia de toda poesía.
Dice Beatriz Vignoli “ La seguridad soberana de esta nueva poesía
delataría una inmadurez, una delgadez anoréxica del
ser, si no fuera porque el yo es aquí la utopía por
construir; ese trabajo es serio”.
Como toda antología entonces, ésta no deja de exhibir
su valor de “muestra” y admite un gesto que acompaña
la poesía argentina de los últimos años. Estos
autores se reúnen para mostrar su trabajo, trabajo muy palpable
en la verdad inmediata de ser poeta aquí y ahora, trabajo que
implica un diálogo personal con la tradición y con la
estética, más allá de una imposible afiliación
conjunta, y sobre todo, un compromiso con la difusión y la
continuidad de ese trabajo, que también es parte de hacer poesía,
porque la publicación ofrece la posibilidad de ser leído
y el ser leído inicia un diálogo, para escribir mejor.
A la hora de hojear los poemas, la disparidad entre los publicados
resalta y las afinidades más personales del lector se ponen
en juego. La edición del objeto gráfico no es la ideal,
márgenes demasiado estrechos, letra arial minúscula
y mayúscula enormes, cuestiones gráficas que igualan
voces inigualables y dan un efecto escolar al total. Defectos de un
intento, y de un hacer haciendo. Con este entusiasmo están
publicados los mails de los autores y se anuncia la construcción
de una página web con más textos de cada uno. Sin embargo,
el gesto no continúa; luego de dos años de publicado
el libro, y de hecho tal anuncio, no hay tal página.
Me quedo entonces con la reflexión de Beatriz Vignoli, el pequeño
mapa que realiza, y el registro de un intento que quizás marque
una necesidad.
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