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Poetas Revelación 2008
Durante el año 2008 Plebella,
revista de Poesía Actual llevó a cabo la convocatoria de poesía Poeta
Revelación 2008 para poetas nacidos a partir del 1ro de enero de 1978.
Los resultados fueron publicados en Plebella #15 (Diciembre 2008) y
aquí presentamos en forma completa las series ganadoras y el texto
Revelaciones de Romina Freschi. El jurado de la Convocatoria
2008 estuvo compuesto por Gabriela Bejerman, Emiliano Bustos y Romina
Freschi.
Estos son
los seleccionados para la convocatoria Poeta Revelación 2008
Felicitaciones
a todos.
1er
lugar
Rocío
Pochettino
(Córdoba,
1982)
Seudónimo Nely Felici
Serie Agua Florida
2do.
Lugar
Marcelo
Silveira
(Montevideo,
Uruguay, 1982)
Seudónimo
Bruja Berti
Serie Poemas Cache
3er Lugar
compartido
Marisa
Martínez Pérsico
(Pcia.
de Bs. As. 1978)
Seudónimo Taude
Serie Expedición Doméstica
María
Cecilia Moscovich
(Santa
Fé, 1978)
Seudónimo Amor Catrasca
Verónica
Yattah
(Bs. As.
1987)
Seudónimo Elis Molina
1eras menciones :
Celeste
Diéguez, Bs. As. (Keizer Zoze),Oscar Camilo
Baráibar Fernández, Uruguay (El último ratón),
Tomás Boasso, Rosario (Álvaro Sepia )
2das.
menciones:
Marcos
Bauzá, Tucumán (Neon), Alex Piperno, Bs. As. (Walter Murch, Disney,
Olmos),
Roxana Rita Artal, Bs. As. (Ottilia Rita), Tony Salazar (Juan Panurgo),
Nicolás Dojman, Bs. As. (Martha Warming), Gabriel Francini,Pcia. de
Bs. As. (Luis Erato),
Julia Trillo Suarí, Pcia. de Bs. As. (Muh.)
Revelaciones
Por
Romina Freschi
Y qué se revelaba, en el cimbreo, más que la cintilación del filamento
en su fineza de medusa, la transparencia de la voz, la gárgara mucilaginosa,
trazando liames
de cristal entre las vestes, su oscilar, en el aire rociado que
se disuelve en una porosidad de receptáculos: en cada oscilación
el fulgurante despedazamiento de la distancia en glóbulos de laca,
en cada glóbulo una luz.
Néstor Perlongher,
Poema VIII de Aguas Aéreas
Revelar, descubrir
o manifestar lo ignorado o secreto; divinamente, manifestar
a los hombres lo futuro u oculto; objetivamente (del objetivo
fotográfico), hacer visible la imagen impresa en la placa o película
fotográfica. La revelación, como manifestación de lo secreto
u oculto, sea divino o sea mecánico, parece producir una imagen,
estampa o estampita del tiempo, alguna clase de verdad.
Y sin embargo,
la imagen, en poesía revela otra cosa, una transparencia,
una voz, imagen acústica que no se une a un único e inequívoco
sentido sino que produce múltiples direcciones, flechitas que se
incorporan a nuevas sintaxis que vuelven a re-velar y develar de
nuevo, en forma redundante, simultánea, velada, más imágenes. Hace
falta un ojo mágico para leer tal cosa, o mejor, un ojo verdadero
que revele y a su vez se rebele
Leer
para seleccionar es también sufrir una revelación, producir y ser
producido. Revelar una obra que nos revele. Seleccionar como revelar,
una obra y un conjunto de obras que dialogan en conjunto y por separado,
con aquellos que leen, seleccionan y también revelan, se revelan
a sí mismos y también entre ellos, ya nosotros, revelan un acuerdo,
casi un pacto. La imagen no es perfecta, claro, ni siquiera es una,
y ni siquiera quizás sea todo lo que esperábamos, pero aún así,
casi filmica por su incesante movimiento, cintilación, cimbreo,
una imagen sobre otra, que se disuelve y llega, compone un
acuerdo, vuelve y así despedaza la distancia, entre nosotros
mismos.
Y qué se revelaba…
una música, un lenguaje, por qué no un territorio, algo en común,
pampa, literatura, ciudad, lírica, tango, gauchesca, tradición y
también su negación, por humor, a veces muy negro y así, la vivencia,
honda e inevitable vivencia, aun si literaria, una canción alerta
y alegre, cansina y lenta por momentos, como la vida que transcurre
y florece, florida, también en el agua de la boca,
de la lengua, del fauno, liba en la rosa.
Un ángulo oblicuo en un cuadrado, tiempo flotante, estirar
la noche hasta el vacío, me pregunto si tiene que haber siempre
algo debajo de otra cosa. Hipsipila fatal.
Agua y aire, elementos
que bebemos y respiramos en un tiempo que parecemos compartir pero
que no se revela siempre el mismo. La poesía se revela, como tiempo
alterno y así, espacio simultáneo en el que coexistimos y cantamos,
posibilidad de la contradicción que no engendra mentira, sino pensamiento.
Cinco obras, cinco
voces, cinco gárgaras y otras tantas detrás, menciones que
despliegan algo más de una geografía poética nueva que este pequeño
certamen abrió para nosotros, un extraño virreinato actual lejano
a cualquier mapa político enseñado pero que nos es tan conocido
como un dialecto familiar.
El
musgo entre los felices
lejos se espeja
y todos la ven,
así el Agua Florida de Rocío
Pochettino es desde todo punto de vista una superficie, impenetrable
por momentos y mullida siempre de sentidos que no se agotan al primer
toque sino que rebotan, se amplifican y titilan ante nuestros ojos
como luces que se reflejan en las gotas de agua que brillan en las
flores que flotan en un río del litoral.
El tiempo que tardamos
en volver al principio de sus largas oraciones es un tiempo florecido
de otros tiempos y sobre todo, de personajes que con sus acciones
– lo que pasa- inventan el paso del tiempo y al tiempo que realizan,
esto es, que son sujetos de sus acciones, son objetos de las acciones
de otros, y de sus deseos. El espejo de agua refleja al sujeto y
lo transforma en objeto para los otros, para nosotros que leemos
el texto y quedamos inmersos en él. Ver y ser visto, esa parece
ser la bisagra que nos da acceso al mundo dentro del espejo.
IV
Al gaucho pequeño le oran viriles que vuelcan el llanto de ellas que buscan su amor
y a la tarde si ven la novela le ven preciosas pupilas del macho
que vuelve al embrujo se mueve gustoso a darle a la yegua que es
dueña de todo y de sí y no suelta peones los ata de espaldas les
baila airosa en la luz del lapacho entreviendo la senda bordada
en la enagua florida sedienta que corre ahora a sabiendas que si
ella se cae se sube el otro divino orador y alvado que rompe el
encaje y mira al cielo le mira y ya puede dejar de mirar.
La vista aérea
de ese río textual nos muestra un hojaldre relleno de tipografías
y renglones sin vacío o en la segunda sección – el hijo - un ritmo
de blancos casi eternos con versos cortísimos que dejan transparentar
la sintaxis que sin descanso nos azota en las restantes partes de
diagramación prosaica a través de un osado deslizamiento pronominal.
Así, el llevado, nos lleva a nosotros, y el agua que bebemos, nos
inunda
marcan caña
sobre el niño
excitado en
el vientre
en su grupa
eterna
frágil
él nos lleva
Con un erotismo
que hace florecer todo lo que toca y se toca – piraña que engulle
salvarla del fuego conduce directo al beso certero – la mirada
que nos arde en los ojos nos salva por la boca y en el oido, una
musicalidad tan extraña como familiar, una tristeza habitual, yerba
secada al sol.
los
peces dormidos agrietan el cruce chuzados los llevan cual niña inmolada
chiquita ilumina golpea en su astucia las aguas que abran el canto
de este reino ensimismado
Pasa
tiempo hierofante
En tus hipérboles
/ soy sólo un clown solitario, dice Marcelo
Silveira, o quien habla en sus poemas cache, construidos a partir
de la pura lengua, libro tras libro y un canto inconfundible
como el humor que lo construye.
La lengua
inmigrada dentro de la lengua, a través de los abuelos: esto es, el
tango, el himno, las tradiciones, el barroco, el barrio, los dialectos
y las linguas francas, hasta las flexiones literales y el chiste
como economía literaria, lo gratuito y a su vez imparable, multiforme
y todo el tiempo anclado en la lengua, filigrana inseparable como
la historia –el tiempo- que nos acompaña con cada palabra y cada
procedimiento.
Sin sujetos u objetos
únicos ni unívocos, “los autores” se mezclan entre los versos,
cruzan lagos históricos, charcos rioplatences, para balbucear y
entonar ritmos - sonetos, milongas - al paso del tiempo.
Onomatopeyas,
glíglicos,
los vesres enrevesados,
Písistrato va cantando
vidalitas del camino.
Construidos
como relojes- con amor, precisión y costumbre- los poemas cache
permiten que suceda el tiempo, que el tiempo sea lo que suceda.
Registrar el paso
del tiempo y ver hacia dónde nos conduce la experiencia. Si la vida
moderna parece inhibir la experiencia, lo cierto es que la poesía
revive la vida cotidiana y logra hallarse en ella como modo de la
experiencia.
Caminar, esperar,
extrañar, respectivamente son acciones que también tienen en común
los trabajos de Verónica
Yattah,
María Cecilia Moscovich y Marisa
Martínez Pérsico y que permiten realizar distintos modos de
la distancia. Distancia necesaria para registrar, mirar, tomar conciencia,
de la experiencia moldeada en la voz de un yo poético, ojo a través
del cual, la experiencia se filtra.
¿hay lugar donde
estar?
se pregunta en sus poemas Verónica
Yattah. Caminar como hacer pie, encontrar un suelo que nos dé
firmeza, casi una casa, dejar el miedo para más adelante. La velocidad
y el cambio parecen ser la garantía de la consistencia, la búsqueda
como aquello que se desea encontrar. decido irme a casa/ a caminar
por la ciudad. Y
la ciudad es un mar, una selva, un monte, arena corrediza que compone
el mundo.
Cortarse
el pelo, regar las plantas, pasar la tarde. Las acciones más simples
y cotidianas del mundo son aquello que constituye el mundo, el modo
en el que pasamos nuestro tiempo. Así lo ilumina para nosotros María
Cecilia Moscovich, con una luz tenue, trágica y persistente.
Así el mundo es una jaula. La espera carcome las acciones, estira
la noche hasta el vacío, el pasado suele rellenar los huecos
por donde pasaría el aire. La única forma de atravesar el tiempo
/ es con el abrazo que no tengo. Y sin embargo, lo trágico en
su triste e inevitable persistencia se deja vencer por ciertos guiños
de la alegría. Qué gordo está tu perro / pero qué lindo.
La jaula se abre. Mi corazón es grande / en él cabe
el mundo.
Es molesto adecuarse
a otra rutina afirma Marisa
Martínez Pérsico. Quizás ése sea un buen motivo para realizar
una expedición doméstica, una exploración del hogar, llegar
de visita a nuestra casa y así definir aquello que conforma
el hogar. Cómo extrañé tus pasteles de membrillo. Extrañar
como echar de menos, pero también como procedimiento para volver
a ver aquello que la costumbre nos ha tornado invisible, lo que
damos por sentado. Mirar de qué manera reinventan su contorno
/nuestros labios gastados /como si fueran de otros. Esa distancia
que provee el extrañamiento permite percibir, al tiempo que anular,
la misma distancia a través del afecto. Lo más triste / lo más
contradictorio /no es amarte / sino reconocernos.
Reconocernos
como volver a conocernos, revelarnos a nosotros mismos, distanciarnos
para así volver a vernos y despedazar la distancia.
R.F.
Acerca del Jurado
Gabriela Bejerman es licenciada en Letras, escritora
y hace música. Publicó los libros de poemas Alga, Crin), Pendejo (Eloísa
Cartonera, 2003) y una novela: Presente perfecto. Entre 1997 y 2001
coeditó junto a Gary Pimiento la revista "Nunca nunca quisiera
irme a casa". Realiza performances de poesía y música electrónica
y en 2007 editó su primer disco como Gaby Bex
Emiliano Bustos (Buenos Aires, 1972). Publicó
Trizas al cielo (1997), Falada (2001), 56 poemas (2005) y Cheetah
(2007). Es también dibujante. Poemas, artículos y dibujos suyos han
sido publicados en revistas de Buenos Aires. En 2007 compiló y prologó
Miguel Ángel Bustos. Prosa, 1960-1976. y en 2008 Miguel Ángel Bustos,
Visión de los hijos del mal, poesía completa. Actualmente colabora
con las revistas Hablar de poesía y Plebella.
Romina Freschi nació en Buenos Aires, Argentina en 1974.Es profesora
de Letras. Dirige la revista Plebella. Publicó los libros redondel
(1998, 2003), Estremezcales (2000), Petróleo (2002) y El-pE-yO (2003).
Además editó las plaquetas Soleros (1998), Incrustaciones en confite
(1999), Villa Ventana (2003, con ilustraciones de Fernando Fazzolari)
Poemas (2004, 3/3/3(2005) y Solaris(bilingüe, 2007). Coordina
talleres de escritura, publicación y creación (www.pajaroslocos.blogspot.com).
A veces, escribe en su blog (www.freschi.blogspot.com)
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